El efecto Beethoven


-En 1997, un musicólogo estadounidense llamado Campbell, como la sopa, publicó un controvertido libro llamado El efecto Mozart, en el que popularizaba, la teoría de que escuchar a Mozart, y en especial los conciertos para piano, aumentaba temporalmente el cociente intelectual. Como Beethoven es Mozart elevado al cubo, yo sostengo que escuchar música de Beethoven es el triple de efectivo.

-¿Efectivo para qué?

-Para tomar decisiones fundamentales en la vida de uno, como casarse.

-¿Qué estás insinuando?

-No lo sé. Pero soy tu amigo y quiero intentarlo todo antes de que te cases.

Abrió la carcasa del cd y se quedó mirando el disco con desconfianza, como si fuera el brebaje de un alquimista.

-¿Qué me va a hacer esta...cosa?

-Va a tener el mismo efecto sobre ti que algunos medicamentos que ya se usan en la actualidad para combatir el Alzeimer, y que tienen la propiedad de estimular los neurotransmisores cerebrales y aumentar lo que los psicólogos llaman tu "percepción espacio-temporal", es decir, la habilidad para pensar con imágenes: un talento que resulta esencial a la hora de generar y conceptualizar soluciones a problemas complejos, como o que se presentan en las matemáticas, el arte o en los juegos de estrategia como el ajedrez.

-Entiendo.

-Ponlo ya, si quieres para que veas que no se trata de ningún lavado cerebral. Solo es música...de Beethoven.

Colocó el cedé en su equipo de alta fidelidad y nada más escuchar las primeras notas, afloró una sonrisa en su rostro.

-Me gusta, ¿qué es?

-La Sonata Opus 2 número 1, en fa menor, una de las tarjetas de presentación de Beethoven, cuando llegó a Viena. Es un claro homenaje a Mozart, hasta el punto de que cualquier aficionado de la época hubiera adivinado al instante que estaba inspirada en la Sinfonía en sol menor KV 183, de Amadeus.
Me encanta esta sonata porque es muy característica de su personalidad arrogante y al mismo tiempo cautivadora. Beethoven se presenta en la residencia del príncipe Lobkowicz, su gran mecenas, con una música que le estaba diciendo al auditorio "Sé componer como Mozart, pero voy a ir mas allá, porque soy Ludwig van Beethoven".
¿Me estás escuchando?

Era evidente que no. Había caído en una especie de trance musical del que hubiera resultado, no peligroso, pero sí inoportuno sacarle, por lo que Daniel decidió abandonar la casa de puntillas. Pero antes de cerrar la puerta, dijo una frase más para sus adentros que para ser escuchada por Humberto:

-Que conste que a mí Cristina siempre me ha parecido una chica estupenda-


"La décima sinfonía"

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